Por la belleza de su escritura y la intensidad del enigma, reproduzco aquí la carta con la que mi hermano Sete ha querido -y ha conseguido- felicitarme el cumpleaños.

Si os gusta, hay más en su blog: http://setegoytre.wordpress.com. En el campo científico, muy especialmente recomendable la lectura de la Teoría de las Dimensiones, un ensayo que aborda problemas esenciales de la física y la naturaleza desde la pasión y el rigor de un «outsider» mucho más informado que muchos «insiders».

En fin, éste es el enigma que da título al post. Mi propuesta de resolución está en comentario, y serán bievenidas las vuestras. Y por cierto, la ilustración del post es también de Sete, incluída en el álbum de trabajos recientes en color que podéis ver en Flickr.

Cosmos

Veamos. La Ciencia (astrofísica, que es la que conozco) tiene decididamente sus errores (como decir que «el universo se expande», cuando siempre se debería decir que se expandía, pues todo lo que vemos pertenece al pasado; o como manejar el concepto de densidad infinitaobjetos puntiformes y planos puros como si fueran cosas que existen en realidad, cuando son solo idealizaciones matemáticas). Tiene también sus fundamentalismos (como la Ley de Hubble o la teoría del Big Bang, dogmas inverificables que se dan por sentados; tengo un recuento entero sobre el tema). Tiene por supuesto sus tópicos (como los renuncios de Einstein que invariablemente se complacen en subrayar todos los divulgadores, a saber, lo de que «no creo que Dios juegue a los dados», o lo de que «la constante cosmológica fue el mayor error de mi vida», frases que no faltan en absolutamente ningún libro de Física en ninguna parte del espacio-tiempo). Y tiene también sus indefiniciones (en mil asuntos, pero sobre todo en cuanto a lo que es la Vida y lo que son las Dimensiones, como hemos hablado otras veces a la hora de justificar mi ensayo sobre las Dimensiones).

Tiene esos fallos, sí. Pero hay que reconocer que también tiene (aparte de sus muchísimos aciertos) grandes y verdaderos misterios. De los cuales, al menos en la órbita de la física cuántica, hay dos, realmente cruciales, que ya te he intentado explicar en alguna ocasión. Uno, el del experimento de la doble rendija, pone de manifiesto la naturaleza dual de la materia, en el sentido de que todas las partículas son al mismo tiempo ondas y partículas. Como yo veo claro que se trata de una onda de información, no veo el problema; pero los físicos sí ven aquí una contradicción irreconciliable. Dos, el del entrelazamiento cuántico: dos partículas que alguna vez han estado unidas, entrelazadas, «saben instantáneamente» lo que le ocurre a su pareja por mucho que las separemos, aunque sean años de luz. Este carácter instantáneo de la transmisión de la información está tan demostrado (Aspect y demás) que anula el Principio de Localidad: está claro que la información puede estar «aquí y aquí», y esto abre posibilidades inauditas para la próximas generaciones de procesadores informáticos y para la criptografía militar. Pero nuevamente no es algo que sorprenda demasiado a los científicos místicos que, como un humilde servidor, venimos abogando ya desde hace tiempo por la realidad de un Universo Holográfico, holotrópico, donde todo está inter-conectado desde siempre (al fin y al cabo estuvimos todos juntos en el Big Bang), y donde, como dice el haiku taoísta «todo el mundo lo sabe todo».

Pero hete aquí que hay un gran tercer misterio, del que no me había dado cuenta, y que he descubierto recientemente a partir de los grandes físicos que estudian la Simetría; un enigma sobre cuya solución no tengo ni idea, pero sobre el que quizás tú sí puedas arrojar cierta luz. Tatachan… Se pone interesante la cosa, ¿no? Se trata nada menos que del misterio de la Violación de la Paridad.

Veamos. Ya te he explicado también otras veces que existen 4 fuerzas en el universo, y solo estas 4: la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza nuclear fuerte, y la fuerza nuclear débil. La 1ª tiene que ver con el peso, los astros, etc. La 2ª con la luz, las ondas, la química, los electrones. La 3ª mantiene unidos los protones y neutrones dentro del núcleo. Y la 4ª, la débil, es la responsable de las desintegraciones radiactivas. Bien, pues en la elaboración de las estructuras del Modelo Estándar (el conjunto de leyes que gobiernan la materia) los físicos han ido dándole cada vez mayor importancia a los órdenes simétricos, dando lugar a principios de conservación, igualdades, trasformaciones, etc, de lo más complejas. Hay muchos tipos de simetrías. Y está claro que una de las más elementales es lasimetría especular: la de los espejos, que los físicos llaman «paridad». Parece elemental y lógico que un fenómeno físico ha de comportarse igual, conforme a las mismas leyes, en nuestra realidad y en la que se refleja en un espejo, aunque cambien las orientaciones de las direcciones, por supuesto. En todo lo demás, lo reflejado ha de ser igual ¿no? Eso es lo que dicta la Lógica. Y efectivamente eso es lo que ocurre con todas las fuerzas de la naturaleza, excepto con una una, con la fuerza débil. Los físicos descubrieron hace ya 50 años que en los fenómenos en los que está involucrada la fuerza débil se produce una anomalía increíble y misteriosa que llamaron «violación de la paridad», y que nadie ha podido explicar hasta ahora.

Yo mismo no había acabado de comprender su trascendencia, ya te digo. Pero para que la comprendas tú, te voy a explicar un experimento clásico en el que se manifiesta esta violación. Veamos. Tenemos unos átomos inestables donde sabemos que va a intervenir la fuerza débil para producir una radiación (o decaimiento) necesario para estabilizarlos. Esto significa que, a medida que los núcleos giran, irán escapándose electrones del sistema en una determinada dirección, pongamos hacia la izquierda. Así, tenemos un material radiactivo, y comprobamos que la radiación de partículas que la fuerza débil arranca a los átomos se está dirigiendo y detectando hacia la izquierda, y solo hacia ahí. Si ahora ponemos un espejo delante, lo lógico sería ver esas partículas radiando hacia la derecha, ¿no? De hecho, los mismos átomos y sus núcleos reflejados en el espejo giran en direcciones contrarias: si los núcleos «reales» giran a la izquierda, comprobamos que los «reflejados» giran a la derecha. Pues resulta que, toma ya, aunque todo lo demás se refleje correctamente, las partículas radiadas que salían disparadas desde el material siguen dirgiéndose hacia la izquierda TAMBIÉN EN LA REALIDAD REFLEJADA EN EL ESPEJO. ¿Cómo puede ser? Repito que nada de esto ocurre si los fenómenos observados y reflejados tienen que ver con las otras 3 fuerzas (por otra parte más normales y prioritarias en la naturaleza). Pero con la fuerza débil, al fin y al cabo la responsable de la radiación nuclear, las bombas atómicas y los neutrinos (las partículas también más sutiles y misteriosas de la naturaleza, precisamente las que yo pienso que articulan la materia oscura y el mundo astral), parece ser que la naturaleza tiene una preferencia anti-lógica por la izquierda: tanto en este mundo como en el reflejado en un espejo, los electrones radiactivos se dirigen hacia la izquierda, nunca hacia la derecha. El enigma es bien gordo, ¿no te parece? Por eso se hizo tan famoso aquel cuento de Isaac Asimov «El electrón es zurdo», donde explicaba este mismo misterio. Un misterio que se ha venido a llamar la «violación de la paridad», y que nadie ha podido resolver.

Déjate llevar por la intuición. No me seas excesivamente racional, porque ya ves que la misma naturaleza no lo es. Como poeta, como explorador de lo invisible, ¿se te ocurre alguna razón por la que el mundo de los espejos desobedece tan flagrantemente a la ciencia?

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3 Responses to El enigma de la violación de la Paridad

  1. alberto dice:

    Así, a primera vista, y con la legaña puesta, creo que la cosa va por conceder un cierto margen de autonomía comportamental a las imágenes de los espejos. Desde el punto de vista estrictamente lumínico, claro que no la tienen, pero un espejo es algo más que un reflejo. Es una proyección, y como tal tiene cierta vida propia. Por eso pueden ser tanto sanadores como inquietantes. Lo único que hay que tener en cuenta, para que no se salgan de madre, es que son incapaces de proyectar sin sujeto enfrente, y tener siempre presente su naturaleza subalterna, pues los más resabiados tienen tendencia a jugar con nosotros. La violación de la paridad es un guiño, o la marca con la que la fuerza de proyección -la voluntad, la fé, el deseo, el amor, la esperanza, el miedo… todo son proyecciones- nos recuerda que está ahí para jugar con nosotros, para ayudarnos, para ilustrarnos y para desafiarnos, siempre que sepamos mantener las riendas apretadas y el corazón limpio.
    Vamos, creo.

  2. sete dice:

    Enredando en las implicaciones sociales de estos misterios especulares (hasta qué punto somos reflejos unos de otros), y comprobando que me siento más cómodo en tu blog que en el mío, podemos enriquecer este asunto de la paridad con un pequeño y reciente relato que he titulado:

    UN EJEMPLO TÍPICO

    A veces me pregunta mi hermano cómo es que estoy tan aislado, tan excluido de todo círculo social. Tiene que ser culpa mía, piensa. Sobre todo teniendo a mano la divina herramienta de Internet, con sus chats, sus portales de chicas, sus redes sociales. Algo que a él sí que le funciona, pues con las relaciones pasa como con el dinero: hay que tenerlo de entrada.

    Pongamos un ejemplo tan verídico como estereotipado. Resulta que soy un ecologista, empapado de cultura alternativa: no me siento bien metiéndome en chats y foros vulgares, globales, comerciales, mayoritarios. Mi única condición es conectar con gente a través de páginas que tengan un mínimo de contenido espiritual, joder. No creo que sea mucho pedir. Pero pónte a buscar. Por muy alucinante que sea, en un Madrid, en Google, te puedes tirar media hora buscando para no encontrar más que un solo portal medio decente. No hay más. Ésa es toda la oferta del gran San Internet.

    Y encima, solo hay un usuario conectado al chat. En fin. Hablamos. Dice que vive en Torrejón. Quedamos en vernos, pues dice cosas interesantes, conoce la teosofía, etc. Me acerco a verle, le invito a un café. Un tipo desgarbado, resfriado, fumador, cuarentón. Me viene con un enorme libro impreso en folios y encuadernado con anillas, que se titula «Canalizaciones desde el otro plano». Una colección de imprecisas revelaciones y afirmaciones sin chicha que en principio le han sido «dictadas» en escritura automática. El típico lenguaje grandilocuente y ambïguamente profético de los nostradamus de barrio. Un desastre ortográfico. Pero, en fin, procuro ser gentil y hacer buenos comentarios. Le explico que soy editor y podría mejorarle mucho la redacción. Y desde luego me intereso por el proceso psicológico de sus trances, que suele ser lo verdaderamente edificante o clarificador de estos casos.

    Él me habla de los «seres de luz» que le hablan, verdaderos Arcángeles, y ante mi creciente atención acaba acercándose para decirme en voz baja, no vaya a ser que le oigan los de la otra mesa, que él mismo es la reencarnación de San Juan Bautista, entre otros grandes personajes de la espiritualidad universal: Cagliostro, Moisés y Saint-Germain, por ejemplo.

    Es curioso, valga el inciso meramente antropológico, la cantidad de veces que sale el nombre de San Juan Bautista entre sus autoproclamadas reencarnaciones. ¿Qué tendrá este Santo? Es un clásico, como Nostradamus o Hermes Trismegisto. Como psicólogo estudioso de estos fenómenos tengo cada vez más claro que son «seres inorgánicos», probablemente inhumanos, sin llegar a ser extraterrestres, los que se disfrazan con esos ropajes paradigmáticos del imaginario colectivo, mayotitariamente vírgenes radiantes o irresistibles jesucristos, para «vampirizar» la energía emocional de estos sujetos esquizoides con los canales perceptivos abiertos, haciéndoles creer que son sus «elegidos». Este planeta tiene tramoyas oscuras también densamente pobladas y esencialmente predadoras. Qué fácil es engañar a cualquiera que tenga un poco de ego con identidades bíblicas y revelaciones rimbombantes.

    Pero nada de esto le digo a nuestro nuevo conocido. Con educación me despido, prometiéndole estudiar a fondo su volumétrico material, y regalándole a cambio mi último libro publicado, perfectamente editado en el sentido profesional. Pues da la casualidad de que yo también escribo, y pienso, y tengo mis opiniones sobre el mundo espiritual. Lo coge, lo mira un momento, y se lo mete en la mochila. Y cuando dos semanas después me llama para preguntarme si he leído a fondo su obra, y si puedo volver a Torrejón para devolvérsela y seguir comentando, le pregunto de pasada si él ha leído la mía. Ante lo cual se queda callado, cortado, y empieza con evasivas: «¿Eh? ¡Ah! No he tenido tiempo… Un poco por encima… Pero se lo he dado a una amiga para que lo vea… La verdad es que no, no lo he leído.»

    Así que éste es el percal. La tónica habitual de mis contactos sociales. ¿Comprendes ahora mi desazón, mi falta de motivación? El tío es reencarnación de San Juan, y no entiende ni la Regla de Oro: trata a los demás como quieres que te traten a ti. Incluso el chat del portal espiritual me lo ha quemado: ahora entiendo por qué no se une nadie más al chat. Si te pones a intercambiar con él, hay un momento en que de pronto te dice: «¿me dejas que te cuente una experiencia muy interesante?». Y si le dices que adelante, se tira media hora narrándote, con una lentitud pasmosa, un enrevesado encuentro con no se qué Nave donde el Arcángel Rafael le reveló que tal y que cual, sin darte más opción a intervenir. Insufrible.

    • alberto dice:

      Excelente anécdota. El mundo está lleno de oportunistas. Me recuerda aquél aforismo de «un egoísta es alguien que piensa antes en sí mismo que en mí». Pero creo que en este caso estamos lisa y llanamente ante un «morning-singer» -cantamañanas puro y duro.

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