O quizás debería titularse mejor: «Batalla metamórfica entre una princesa efrit bondadosa y un efrit malvado». Sabiendo que los efrit son los espíritus multiformes a los que a veces llamamos genios en las Mil y Una Noches. Hay efrits de ambos géneros, y aunque normalmente su carácter es irascible y egoísta a veces hacen grandes servicios a los hijos de Adán. Quizás la mejor manera de visualizarlos sea imaginando el torbellino de una tormenta de arena en el desierto de Arabia, con esa mezcla de fuerza y calor capaz de arrasar todo.

La Noche 14 de las 1.001 contiene uno de los pasajes más asombrosos de toda la colección, y es la batalla entre una efrit buena y otro malvado. La primera habita tranquilamente el cuerpo de la hija de un rey, en modo «comando durmiente», hasta que su padre le pide que rompa el encantamiento por el cual otro príncipe está transformado en mono. Para ello debe invocar al efrit malvado autor del encantamiento, el temible Georgirus. Lo mejor es leer directamente el cuento:

«Al oír la princesa el ruego de su padre, cogió un cuchillo que tenía unas inscripciones en lengua hebrea, trazó con él un círculo en el suelo, escribió allí varios renglones talismánicos, y después se colocó en medio del círculo, murmurando algunas palabras mágicas. Leyó en un libro antiquísimo unas cosas que nadie entendía, y así permaneció breves instantes. Y he aquí que de pronto nos cubrieron unas tinieblas tan espesas, que nos creímos enterrados bajo las ruinas del mundo. Y súbitamente apareció el efrit Georgirus bajo el aspecto más horrible, las manos como rastrillos, las piernas como mástiles y los ojos como tizones encendidos. Entonces nos aterrorizamos todos, pero la hija del rey le dijo; «¡Oh, efrit! No puedo darte la bienvenida ni acogerte con cordialidad.» Y contestó el efrit: «¿Por qué no cumples tus promesas? ¿No juraste respetar nuestro acuerdo de no combatirnos ni mezclarte en nuestros asuntos? Mereces el castigo que voy a imponerte. ¡Ahora verás, traidora!» E inmediatamente el efrit se convirtió en un león espantoso, el cual, abriendo la boca en toda su extensión, se abalanzó sobre la joven. Pero ella, rápidamente, se arrancó un cabello, se lo acercó a los labios, murmuró algunas palabras mágicas, y en seguida el cabello se convirtió en un sable afiladísimo. Y dio con él tal tajo al león, que lo abrió en dos mitades. Pero inmediatamente la cabeza del león se transformó en un escorpión horrible, que se arrastraba hacia el talón de la joven para picarla, y la princesa se convirtió enseguida en una serpiente enorme, que se precipitó sobre el maldito escorpión, y ambos trabaron descomunal batalla. De pronto, el escorpión se convirtió en un buitre y la serpiente en un águila, que se cernió sobre el buitre, y ya iba a alcanzarlo, después de una hora de persecución, cuando el buitre se transformó en un enorme gato negro, y la princesa en lobo. Gato y lobo se batieron a través del palacio, hasta que el gato, al verse vencido se convirtió en una inmensa granada roja y se dejó caer en un estanque que había en el patio. El lobo se echó entonces al agua, pero la granada, cuando iba a cogerla, se elevó por los aires, aunque como era tan enorme cayó pesadamente sobre el mármol y se reventó. Los granos, desprendiéndose uno a uno, cubrieron todo el suelo. El lobo se transformó entonces en gallo, y empezó a devorarlos, y ya no quedaba más que uno, pero al ir a tragárselo se le cayó del pico, pues así lo había dispuesto la fatalidad, y fue a esconderse en un intersticio de las losas, cerca del estanque. Entonces el gallo empezó a chillar, a sacudir las alas y a hacernos señas con el pico, pero no entendíamos su lenguaje, y como no podíamos comprenderle, lanzó un grito tan terrible que nos pareció que el palacio se nos venía encima. Después empezó a dar vueltas por el patio, hasta que vio el grano y se precipitó a cogerlo, pero el grano cayó en el agua y se convirtió en un pez. El gallo se transformó entonces en una ballena enorme, que se hundió en el agua persiguiendo al pez, y desapareció de nuestra vista durante una hora. Después oímos unos gritos tremendos y nos estremecimos de terror. Y enseguida apareció el efrit en su propia y horrible figura, pero ardiendo como un ascua, pues de su boca, de sus ojos y de su nariz salían llamas y humo; y detrás de él surgió la princesa en su propia forma, pero ardiendo también como metal en fusión, y persiguiendo al efrit, que ya nos iba a alcanzar. Entonces, temiendo que nos abrasase, quisimos echarnos al agua, pero el efrit nos detuvo dando un grito espantoso, y empezó a resollar fuego contra todos. La princesa lanzaba fuego contra él, y fue el caso que nos alcanzó el fuego de los dos, y el de ella no nos hizo daño, pero el del efrit sí que nos lo produjo, pues una chispa me dio en un ojo y me lo saltó; otra dio al rey en la cara, y le abrasó la barbilla y la boca, arrancándole parte de la dentadura, y otra prendió en el pecho del eunuco y le hizo perecer abrasado. Mientras tanto, la princesa perseguía al efrit, lanzándole fuego encima, hasta que oímos decir: «¡Alah es el único grande! ¡Alah es el único poderoso! ¡Aplasta al que reniega de la fe de Mohamed, señor de los hombres!» Esta voz era de la princesa, que nos mostraba al efrit vencido, enteramente convertido en un montón de cenizas».

Estaréis de acuerdo en que esta secuencia de acción saturada de metamorfosis prodigiosas no tiene nada que envidiar a las mejores películas del siglo XX, ni a los comics japoneses. Lo más sorprendente de todo es que encontramos una secuencia relativamente parecida ni más ni menos que en Rusia, en los Cuentos Populares recopilados por Afanásiev, concretamente en el cuento de La Ciencia Mágica En este caso la batalla es entre un apuesto y bondadoso joven transformado en caballo y su hechicero maestro malvado. En un arranque de compasión, la hija del malvado suelta la rienda del caballo y a partir de aquí se desata la batalla:

«El hechicero dio una patada en el suelo, se transformó en un lobo gris y salió corriendo como el viento. Ya estaba muy cerca del caballo cuando éste llegó a la orilla de un río, dio un golpe en el suelo y se transformó en un pececito; el lobo dio otro golpe en el suelo y se tiró al agua en forma de esturión. El pececito nadaba, nadaba, perseguido por el esturión, y ya lo iba a alcanzar, cuando llegó a la otra orilla, donde unas jóvenes estaban lavando ropa. Salió del agua y se transformó en una sortija de oro que, rodando, fue a parar a manos de una de las muchachas, hija de un rico mercader, la cual, apenas vio la sortija, se la puso en el dedo meñique. Entonces el hechicero se transformó en hombre y rogó a la joven que le regalase la sortija. Ella se la dio, pero al quitársela del dedo se cayó al suelo y se convirtió en muchas perlitas; el hechicero se transformó en gallo y se puso a comérselas. Mientras estaba entretenido en esta operación, una de las perlas se transformó en un buitre que voló muy alto, y de un golpe se tiró al suelo sobre el gallo y lo mató. Se convirtió entonces el buitre en el joven que conocemos, del cual se enamoró la hija del mercader. Se casaron y vivieron muchos años felices y contentos».

La conexión entre ambas fabulosas batallas alcanza su apogeo en la primera con la transformación en granada mágica, cuyos granos quedan esparcidos por el suelo, y en la del anillo en perlas, en la segunda. En ambos casos el contrincante se transforma en gallo que intenta comerse todos los fragmentos; en el primero, el gallo es la efrit buena, que tiene la mala suerte de dejar escapar el único grano que contiene el alma del efrit malvado; en el segundo, el gallo es el hechicero malo, ajusticiado finalmente por el joven transformado en buitre.

Antoine Galland comenzó a publicar las Mil y Una Noches en 1704; y Afanasiev los Cuentos Populares rusos en 1855. Supuestamente, ambos se limitaron a recopilar narraciones milenarias; en el caso de Galland, contenidas en un misterioso manuscrito; en el de Afanasiev, recopiladas por él mismo, la Sociedad Geográfica Rusa y el filólogo Vladmir Ivanovich Dal. A partir de aquí, dejo al lector la tarea de imaginar o investigar las conexiones entre las dos leyendas. ¿En qué momento, en qué siglo, y con qué transporte viajó la Batalla de los Magos de Oriente a Rusia, o viceversa?

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