Una ciudad que se atreve a colapsar su centro de negocios y comercial por cambiar de sitio una estatua no tiene claras las prioridades.

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Madrid, como otras ciudades de España, es un lugar hoy de conductores cabreados. El símbolo de la ciudad no debiera ya ser el alegre oso encaramadito al madroño, sino un conductor al borde del infarto agarrado al volante.

¿Habéis tenido la pesadilla esa de no poder correr, de que las piernas pesan lo indecible y no te dejan avanzar? Eso es circular hoy en Madrid. Una pesadilla.

¿Qué recuperación económica es posible cuando la gente que tiene que mantener reuniones, trazar negocios, hacer planes, está simplemente atascada, o tiene que calcular que un 25 o 50% de su jornada de trabajo se va a perder en atascos?

Ayer tenía que ir a entregar unos documentos importantes en zona Cuzco. Imposible. Había partido. Real Madrid – Alcorcón. La actividad de negocios y económica de la zona norte de Madrid, paralizada. Imposible moverse, imposible aparcar. Hay partido, Real Madrid – Alcorcón, y todo lo demás, dicho mal y pronto, que se joda. Incluídos los negocios y reuniones que se supone tienen que conseguir sacar a este puñetero país de la crisis.

Lo comento con los amigos… «¡Hombre, pues claro! ¿Cómo se te ocurre coger el coche?». ¡Hostias, pues porque es legal! ¡Porque no puedo gastar 100 euros diarios en taxis! ¡Porque voy a tardar lo mismo en autobús o en metro! ¿O es que la disuasión del transporte privado consiste en esto? ¿En entorpecer tanto el tráfico que simplemente acabemos desistiendo de tener o utilizar el transporte privado? ¡Prohibidlo! ¡Haced como en Londres, que simplemente no se entra en coche en el centro, o se hace a precios prohibitivos! Pero por favor no dejéis que nos pudramos en el atasco. La sensación del día de hoy era de garbanzo en un puré a punto de solidificarse, de piedra en un cemento muy cercano a su punto de petrificación total.

Una ciudad así es artrítica, ineficaz, manifiestamente incapaz de liderar o ni siquiera asumir cualquier compromiso de eficacia económica.

Lo gracioso del asunto es que algunas de las reuniones que debía mantener trataban sobre economía globalizada en sociedades 2.0. ¿Pero qué sociedad de la información se sostiene sobre un atasco de tráfico?

Me sorprende que en las encuestas del CIS sobre preocupaciones de la ciudadanía, los atascos no ocupen posición más alta. Supongo que es porque una gran parte de los encuestados vive en urbes más pequeñas, menos presumidas, más tranquilas, sin atascos. Pero ciertamente, hoy planteo la cuestión con caracter de urgencia: ¿es creíble sostener un país que proyecta leyes de economía sostenible y circuítos avanzados de información sobre ciudades cuyos centros son simple y llanamente atascos petrificados, cabreos humeantes, pérdidas de tiempo?

 

 

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