Pues así como al hombre es concedido

sólo un mínimo fragmento en el dominio

del color -entre los bordes del arco-

los versos, tímidos entre tus labios,

se dejan oir. Pero el amor o la fiebre

que los mueve, su recogido latir,

más allá de las palabras, en la clara

madrugada o en la tarde derruída,

nace, tiembla, quiere tocarte, vive.

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Indice de primeros versos