¿Por qué crees que la certeza es fácil

solución de gramática y de nombres,

verdad sin magnitud o dimensiones,

sintáctica prisión para los ángeles

que las aceras pueblan, y la tarde?

Dócil, mejor, a sus claras canciones

-en las que por fin reconocemos

semejantes al fin, y casi amantes-

disuelve tras tus párpados la simple

delicia solitaria, y sin recelo

su blanca estela tú también persigue,

y el rumor de las hojas, el silencio.

No te ciegues: perfumes entiendes;

cuando los traduces, así los pierdes.

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