Es el cáncer de los solos, que rodea

mi corazón y germina en mis labios,

tendiendo sus ramas letales a ras

de mi voz hasta casi el ahogo:

tumor del olvido, que quiebra,

continuo, mi ser y me transforma

los ojos en nostalgia polvorienta,

las manos en atroces sinsentidos.

Ven antes de que acabe su labor,

y sálvame de la vegetación odiosa.

Quema sus hojas a besos, hunde sus flores

impersonales con tus caricias. Tú, jardinera

de mi esperanza,

prende esta yerba negra que me atenaza.

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