A veces, quizás, no te parece justo

que labios ajenos disfruten

un néctar que imaginas destilado

tan sólo por tus noches de deriva. ¿Piensas

que sólo tus abrazos los amantes

saben evocar? No te ciegues.

¿De quién has heredado tú mismo la inexpresable

desazón que a través de las tabernas

del puerto hacia la deseada

confusión te mueve? Nunca más te ciegues.

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Indice de primeros versos