Lo que distingue a los verdaderos artistas  -Lynch, Polanski, Burton, Ford, De Palma…- es que trasladan una búsqueda de la relación entre el bien y el mal a todo su arte. Bien mirado, esta puñetera relación es el único tema filosófico o artístico de mínimo interés, incluso más allá de cualquier religión o actitud vital. El mal no necesariamente es un acto deliberado y consciente, sino el resultado de un estado de ánimo, e incluso de la propia estupidez, de la prisa. En esta escena, «Collision», de Twin Peqaks 2017, lo que quiero decir puede verse muy claramente. La colisión se refiere precisamente a la del trágico encuentro entre el bien -la felicidad de una madre con su hijo, jugando- y el mal -la impaciencia, la rabia y la ira del conductor que lo atropella. No hay intención expresa. El mal va por su camino, el bien por el suyo. Dicho todo esto en plan teórico, antes de que le deis play al vídeo en cuestión, agarráos. Pocas veces se ha retratado tan intensamente la incomprensibilidad de la tristeza en una secuencia de cine. Atención también al papelón de Harry Dean Stanton (Paris, Texas; y Straight Story) y a la referencia final al poste eléctrico. Toda la segunda serie de Twin Peaks gira en torno a la electricidad como conductora del bien y del mal.

 

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