costafleming

Me gusta mucho la iniciativa de reivindicación de la Costa Fleming madrileña. Fue mi barrio adolescente. La casa familar está en Juan Hurtado de Mendoza, y desde los ocho a los 27 años, aproximadamente, allí viví, en un piso catorceavo que entonces era de los más altos de Madrid, y desde el que aún se sigue viendo con claridad el Cerro de los Ángeles y casi casi la Giralda.

La Costa Fleming fue, en los 70 y 80, el barrio pecaminoso de alto estanding en Madrid. Los cronistas de la Villa explican que la abundancia de inquilinos extranjeros, muchos de ellos empleados en las base americana de Torrejón o en los organismos internacionales de Paseo de la Habana, Capitán Haya… (también se llamó «Corea» a este barrio, nombre mucho menos sugerente y certero), esta abundancia, digo, provocó un florecimiento de prostitución adinerada, de mucha clase, con toque internacional, distinguida y diferente por igual de la barriobajera de la Gran Vía y de la naftalinoide del barrio de Salamanca.

Las putas de Costa Fleming oían a Pink Floyd, Cat Stevens y hasta a Iron Butterfly (¡Inagadadavida…!). A ver, yo todo esto lo sé de oídas, porque por aquel entonces mis pasatiempos eran el balóntiro, la caza de escarabajos y el lanzamiento de bolsas de basura llenas de agua desde el piso catorce a las aceras circundantes.

Sí que recuerdo cruzarme a menudo, a principios de los 80, cuando ya estudiaba Literatura, por las orillas de la Costa Fleming a Paco Umbral, siempre en su papel de Paco Umbral, con abrigo y bufanda, siempre solo, muy tieso. La obra de ese gran escritor que fue Umbral -y cuyo compromiso político y periodístico eclipsó parcialmente su calidad novelística- está muy íntimamente ligada a la Costa Fleming, pero no es sólo la única. El coté pecaminoso de la Costa inspiró muchas líneas y versos de una generación a medio camino entre la gauche caviar, la modernez y la incipiente globalización. A su manera, la Costa Fleming aportó su granito de arena playera a la transición de las costumbres en España, y aún sigue haciéndolo. 

En la web www.costafleming.es toma forma esta iniciativa de reivindicación de un barrio cuya historia es compleja, original, internacional, medio golfa medio señora, y muy rica. La abundancia de excelentes restaurantes y comercios en sus calles justifican igualmente la recuperación. Ya no existe el Txangurro, por cierto; pero ahí siguen Alfredo’s Barbacoa, el Red Lion, Sacha… ¡a cual mejor!

El diseño gráfico del motivo principal de la Costa es estupendo. En vez de la gris y motorizada Castellana, un malecón marítimo de sirenas, barcos y pescados. En vez de acera de pares, arena de sombrillas. (Por cierto, amigos de la Asociación Vecinal Costa Fleming, ¿no merecería la pena organizar un fin de semana de verdadera costa-playa, cerrando el carril lateral al tráfico para cubrirlo de arena playera, y hacer espetos, y tomar el sol, escuchando a los Beach Boys?)

¡Costa Fleming Forever!

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