Soy el mejor poeta español contemporáneo.

Ya sé que está mal que lo diga, pero es que

es verdad. Con la excepción de unos cuantos,

no conozco a nadie que escriba poesía mejor que yo.

A veces hay que saber valorarse. Y decirlo.

Es importante saberlo, pues ha habido en la historia

muchos mejores poetas contemporáneos que no lo sabían,

los pobres, y se murieron sin saber que algún día

sus textos serían objeto de estudio, se les dedicarían cátedras,

los novios regalarían sus libros a sus novias, que los leerían

arrobadas a altas horas de la noche universal.

Es bueno saberlo. Da una tranquilidad

especial. Haga lo que haga, diga lo que diga, soy

el mejor poeta español contemporáneo. También

es bueno que lo sepáis todos vosotros,

porque así

sabéis, al estar conmigo, lo que soy, quién soy,

lo cual ayuda a soportarme, ¿verdad?

Cuando volváis a casa después de tomar

unas cañas conmigo, podéis decir a vuestras parejas

«vengo de estar con el mejor

poeta español contemporáneo», y así no harán

muchas preguntas más. Seguro que alguna vez

os habéis preguntado cómo sería Garcilaso, o Ausias

March, o Dante, o Petrarca, o alguno de estos. «Me hubiera gustado

conocer a Quevedo», habéis pensado alguna vez, ¿verdad?

Bien, pues me conocéis a mí. Ya sabéis lo que se siente

al conocer a un mejor poeta español contemporáneo.

A ver, cuando digo contemporáneo digo a partir de 1970, ¿ok?

Neruda, Vallejo, Lorca, Alberti, Machado, Cernuda, Altolaguirre,

eran mucho mejores poetas que yo, pero

¡aaahhh!, no eran contemporáneos. Lo siento.

Después de 1970 también hay algunos poetas

mejores que yo, pero no son el mejor poeta español contemporáneo.

Ese soy yo, y yo, y yo, y nadie más que yo.

 

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