Meteo

Los días soleados, la alegría

nos empujan hacia el cielo, nos hacen creer

que podemos volar, levitamos

algunos segundos, ligeros y felices.

Todo lo que siempre has soñado

parece entonces posible, incluso probable.

Al día siguiente, llueve. Tu corazón

se entristece y los pies en el barro

te recuerdan que volar es cosa de ángeles,

pájaros y papeles perdidos. Enciendes

la luz de la cocina y buscas en la nevera

los mismos embutidos de anteayer, y una cerveza.

Quizás te quedas dormido con los pies

encima de la mesa del salón, malamente.

Al día siguiente, paseas, y ves que la lluvia

ha hecho florecer la madreselva, y en el barro

pululan gusanitos que alimentan  a los mirlos.

No importa cuántas veces creas volar.

Importa caminar manteniendo el rumbo,

sintiendo por igual las caricias del sol y de la lluvia.

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