Pilar

Ha sido una grata sorpresa -que los jóvenes no pueden comprar, con todo su tesoro de porvenir- reencontrarme con mi amiga Pilar González España. Pilar y yo fuimos compañeros de estudios en la Facultad de Filología en los 70-80, y compartimos muchas discusiones y lecturas literarias en los múltiples bares del mundo, e incluso en algunas bibliotecas. Gracias a Facebook, nos hemos vuelto a ver después de 30 años. Ha sido una grata sorpresa comprobar que continuábamos discutiendo como si dijéramos ayer, como si simplemente estuviéramos retomando una conversación interrumpida para ir al baño.

Pilar siempre manifestó una clarísima vocación poética con agravante de escena; vaya, que lo que más le gusta en el mundo es leer poesía en público. Esto tiene mucho sentido, puesto que la confrontación con un auditorio quita muchas tonterías a la poesía, y el simple hecho de escribir  pensando en que alguien la va a escuchar ya ayuda. (En cambio, yo siempre he sido un escritor mental. Escribo para que las palabras resuenen en mi cerebro, en el universo, si es posible, pero la idea de subirme a un escenario a pronunciar mis poemas para que alguien los oiga en directo me da vértigo. No digo que no me gustaría, pero me da vértigo).

Pilar y yo no nos peleamos nunca. Esto tiene un mérito especial en mi caso, porque apenas tengo amigos con los que no me haya peleado nunca. Es debido a mi carácter provocador, agravado por la aficción al vino. Me pongo a decir tonterías y a llenar el espacio auditorio de los bares como si estuviera ante el público que no quiero enfrentar, y claro, pasa lo que pasa: a veces me paso. Ella siempre tuvo la sabiduría de sonreír cuando mis provocaciones llegaban al nivel en el que una sonrisa es muchísimo mejor respuesta que cualquier palabra.

Además de seguir la conversación como si fuera la de ayer, Pilar y yo tuvimos la misma idea al reencontrarnos: regalarnos mutuamente un libro con lo que hemos escrito desde entonces, como si quisiéramos probar los dos que no hemos perdido el tiempo, que hemos cumplido. Ella me ha traído un ejemplar de «Retráctiles», editado por Torremozas; yo le llevé una compilación autoeditada e impresa de los versos que pueden leerse en estas páginas de mi blog. A continuación voy a reproducir algunos de los muchos versos que más me han gustado de «Retráctiles», para que vosotr@s también conozcáis a Pilar:

«Las palabras te liberan, aparentemente, de una batalla. Y, sin embargo, en esa batalla -si hubieras luchado- tu victoria habría sido segura.»

«El tiempo es una caracola en la que se escuchan los latidos de la vida.»

….

» mi gato

tras la puerta cerrada

maúlla

quiere entrar a este poema

en el que no cabe»

«mi albañil

está contento con su vida y su trabajo

conoce al dedillo su oficio

nunca bebe mientras da golpes

y habla mucho entre ladrillo y ladrillo

ningún espacio se le resiste

ningún rincón

es un experto en límites

de lo infinito»

«hay gente que se seca

que se le olvida regar

la planta de su propio corazón»

[y este otro, que tiene gran flavor de reencuentro]:

«hace tiempo que no sé nada de tí

ni siquiera en mi recuerdo

como un niño castigado

en la habitación roja de mi alma

alguna vez, dentro de mí

una mano invisible secreta

abre tu puerta

con un crujido largo

antiguo

y tu sabor de repente

me inunda»

Pilar González España, «Retráctiles», Editorial Torremozas.

 

 

 

 

 

 

 

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