Desde hace algún tiempo leo con frecuencia frases sentenciosas –género recuperado y aupado por Twitter- en las que el fracaso se presenta como aliado, lección, amigo, casi casi como un objetivo.

“Lo importante no es caer muchas veces, sino levantarse siempre”, es una de estas frases recurrentes. Tengo por norma unfollowear inmediatamente a quien la tuitea o retuitea. No la puedo soportar.

Hoy he estado en una conferencia de negocios en la que uno de los ponentes ha terminado su speech deseando a los asistentes “que fracaséis mucho!”, y encima se ha llevado un gran aplauso. Basta.

Una cosa es no tener miedo al fracaso, evitar el efecto paralizador de este miedo; claro. Pero de ahí a desearlo, recomendarlo o ensalzarlo hay un trecho.

Yo quiero tener éxito. Siempre. Muchos. En cada cosa que haga. Quiero ir de éxito en éxito hasta la apoteosis. Éxito en todo. El fracaso me deprime. No me asusta, pero me deprime. No hay nada mejor que un éxito rotundo, un triunfo en toda regla, ganar, alcanzar las metas, coronar días, meses, años o una vida de trabajos con el éxito de sus ambiciones y desvelos.

Así que os deseo todo el éxito del mundo. Que fracasen otros.

 

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