ExtramurosCita-600

Siempre he pensado que «Extramuros» es una obra maestra de literatura castellana, y nunca mejor dicho, castellana, porque en sus páginas se masca el ambiente rural, conventual y cotidiano de la España de los Austrias, de la Castilla y León de los santos y validos, con una intensidad que he encontrado muy pocas veces.

He leído las primeras páginas por el puro placer de saborear su castellano viejo:

Es prosa poética, no cabe ninguna duda, o simplemente buena escritura. «Extramuros» se lee masticando lsa palabras en voz baja, saboreando el castellano, con todas sus consonantes y aderezos, y alimenta el alma también con una imaginería de Greco, Ribera y Cervantes que hace de la lectura un placer muy hondo.

Pero es también una historia compleja e intensa, que alcanza picos de emoción combinada entre lo religioso, lo erótico, lo humano, lo divino y lo místico raras veces tocados (San Juan de la Cruz incluído) en la historia de la literatura. Y en esas cimas literarias se fotografía con precisión de amoroso notario lo que fue, lo que quiso y lo que vivió la España del Siglo de Oro, del inicio del decadente barroco, desangrada por guerras y cuarteada por la sequía y la incomprensión.

Leed «Extramuros», releed «Extramuros» si ya la habéis leído. Es un texto que gana con el tiempo a pasos gigantescos, y que incluso en el contexto de triste remiseria contemporánea de siglo XXI, desahucios y corruptelas, brilla aún con más fuerza. Pero no os confundáis: no es una novela ideológica. ¡Afortunadamente! Es pura literatura. Es el idioma castellano en su casi máxima pureza de expresión, eficacia, sonoridad y capacidad de evocación.

Se nota que me gusta, ¿verdad?

 

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