Vaya por delante que yo sí me creo que el 21 se acaba el mundo. Todo. Creo que va a haber un ataque de  Alqaeda con bombas nucleares sucias, otro de Anonymous colapsando los sistemas informáticos de defensa del mundo occidental, y la combinación de ambas cosas resultará en el fin del mundo.

Por eso hoy me he comido dos cigalas estupendas, que pueden verse en esta foto.

Cuando estoy escribiendo estas líneas, entonces, faltan menos de cinco días para que todo acabe.

Me estoy tomando una copa de Martivillí Verdejo Rueda después de las cigalas.

En la ventana golpea un inicio de invierno hosco y delicioso, de labios fríos y melena lluviosa.

Estoy escuchando “It’s probably me”, de Sting. Los arreglos de teclado de la versión que escucha me dan en la tripa, donde yo tengo el corazón.

No tiene sentido escribir epitafios, ni hacer testamento. ¿Para qué? Después del fin del mundo no habrá nada.

Esperad, voy a abrir la ventana.

Ya. Mejor así. El aire de diciembre es mi amigo. No de Facebook, sino de verdad.

Bueno, no sé que más decir. Suerte. Pasadlo bien estos 5 o 6 días.

 

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