La noticia puede revolucionar el panorama general de las relaciones sociales, familiares y hasta internacionales: ya es posible extirpar el amor.

Científicos de la Universidad Niels Böhr de Copenhague han descubierto un procedimiento genético-químico para neutralizar los sentimientos amorosos hacia una determinada persona. Su trabajo se basa en estudios anteriores de la Universidad de Teruel, en los que el profesor Agustín Domalo consiguió identificar el mecanismo por el cual una determinada persona se presenta como una entidad única e irrepetible en nuestro cerebro.

Dicho mecanismo es muy parecido a un sistema de «etiquetado» o clasificación neuronal, mediante el cual el cerebro asigna a cada persona de nuestro entorno (e incluso a personas imaginarias de novelas o películas que forman parte de la experiencia diaria) un código único (Código de Domalo), parecido a un código de barras o número de serie y compuesto por combinaciones de proto-adn. El proto-adn son moléculas embrionarias de código genético, aún no fijadas en el genoma individual, pero que a partir de determinado momento pueden dar el salto e integrarse en el código individual para ser desde entonces transmitidas de generación en generación. Este es, por ejemplo, el mecanismo que permite que las adaptaciones al entorno realizadas por un determinado individuo, y no recibidas de la generación anterior, sean sin embargo transmitidas vía genética a la siguiente.

El equipo danés dirigido por el Dr. Oki Stëndvsson ha realizado una serie de experimentos que reconstruyen el procedimiento por el cual un determinado Código de Domalo, asociado a una persona única, adquiere un papel destacado y comienza a ocupar un lugar predominante en la generación y liberación de endorfinas y adrenalina. 

El cerebro, según los estudios de Stëndvsson, se «engancha» a este código, de manera similar a otros procesos adictivos (repetición de patrones de placer o estímulos intensos), en un ciclo repetitivo que puede llegar a causar una retroalimentación continua y adquirir por tanto características patológicas.

«Estamos en condiciones de actuar sobre el proceso de retroalimentación, modificando algún elemento del código, de manera que se interrumpa el ciclo» -ha asegurado el jefe del equipo de investigadores danés. Tras esta intervención, que se realiza con anestesia local, e incluso simplemente con un par de whiskies, el código asociado a la sensación amorosa pasaría al mismo nivel de generación de sustancias emotivas que cualquier otro del repertorio cerebral.

El descubrimiento de los científicos daneses abre perspectivas insospechadas para el tratamiento de afecciones emotivas de todo tipo. La patente ha sido registrada y es posible que, en pocos meses, y mediante una simple toma de muestra de saliva u otros fluídos corporales, los laboratorios puedan producir el antídoto preciso capaz de neutralizar las emociones hacia una determinada persona. Las aplicaciones policiales, sociales, literarias y políticas de dicho procedimiento son, hoy por hoy, imprevisibles.

 

 

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