Hoy me ha llegado el catálogo de Taschen, la única publicación que recibo con verdadera alegría en mi buzón de correos, en el de verdad, el que se abre con llave, vaya. Rápidamente he salido a la terraza para hojearlo bajo la noche madrileña, en compañía de una cosita que se vé en el ángulo superior derecho de la foto.

Catálogo Taschen

Benedikt Taschen es, sin ninguna duda, una figura comparable, y quizás superior, a Steve Jobs o Amancio Ortega. Con el segundo comparte una visión comercial basada en la distribución masiva, bien organizada, rentable. ¡Cuánto deben los VIPS de todo el mundo a sus fabulosos libros, deliciosos de acariciar, fáciles de comprar, baratos, estupendos! ¡Cuánto ha hecho Taschen por la divulgación de la cultura con mayúsculas (yo la escribo siempre con minúsculas, pero es que soy así) en todas las ciudades y países del ancho mundo!

Su propuesta comercial, además, abarca todo el abanico de compradores: desde los pringaos como uno mismo que esperan que el volumen deseado pase de los 49.90 de las primeras semanas a los 9.95 de las ofertas en el VIPS, hasta bibliófilos de todo el planeta dispuestos a pagar una pasta gansa por uno de los ejemplares numerados de la colección integral de fotografía de Lynda McCartney o los 5 volúmenes comentados de dibujos de Robert Crumb que acaban de salir y se ven en la foto.

Taschen es alemán (creo), y hace honor así al descubrimiento de la imprenta.

Con Steve Jobs comparte la excelencia en el diseño y cuidado de lo que da a luz. Claro que lo de Jobs era más vistoso, tecnológico y molón, pero precisamente por eso lo de Taschen tiene más mérito. Vender libros en el siglo XXI, hacer que tus catálogos sean esperados como agua de mayo o como un mojito en la barra del Urban: ¡qué fabuloso mérito! ¡Qué lección de negocio! ¡Vaya Case Study para gurús, apasionados del marketing y fauna diversa del universo económico! ¡Libros! Sencillamente, libros bonitos, bien hechos, interesantes, baratos, deseables, libros.

Desde aquí lanzo, una vez más, la plataforma popular para la concesión a Benedikt Taschen del Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, cosa que estoy seguro que tarde o temprano ocurrirá, y no por idea mía, sino por la pura evidencia de que el trabajo bien hecho, tarde o temprano, se reconoce.

 

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