El día llegará, y mirarás atrás

y verás pájaros picando por el suelo,

colibríes eléctricos de recuerdo en recuerdo.

Verás patios de colegio llenos de charcos

marrones y de formas caprichosas, esperando

impacientes tu bota, tu caída, tu pedrada.

Verás el frío azul en lo más alto de Madrid,

presidiendo el consejo de autobuses y de coches,

emperador laboral que nadie nunca desacata.

Verás la maravilla de los labios de la chica

que tanto quisiste y casi siempre casi te quiso

quizás un poco pero no supiste darte cuenta.

Verás la noche y olerás otra vez los mil y un perfumes

de donde procedes, la verdadera leche

mamada por tu corazón andaluz al cien por cien.

El día llegará, y no tendrás palabras.

Solo lágrimas, y el eco de unas risas tan lejanas

que no sabrás si estás entre los que las tienen.

Tendrás, eso sí, palabras escritas,

a miles, eso sí, versos para dar y tomar, y tendrás

también una lucecita

de duda, de cariño, de quizás es que era esto

la vida, día a día, nada más, llegar aquí,

mirar atrás, y sonreír.

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