Acabo de ver «La Novia Cadáver» en reposición en La 2. Qué maravilla. La sensación de intensa maravilla y admiración al trabajo de dibujos animados (aunque éstos sean muñecos de plastilina animados) me hace reafirmarme en mi idea de que Tim Burton es la legítima reencarnación -siniestra, luminosa, fabulosa- de Walt Disney.

Decían que Walt Disney está criogenizado, hibernado para resucitar en algún futuro; es una leyenda urbana conocida. Su significado profundo es que la necesidad de Fantasía y la creatividad del género humano para darle cauce es taaaaaaan grande que por eso Walt no morirá nunca -como Homero, como Cervantes o como los Hermanos Grimm o Anderson.

Ver «La Novia Cadáver» hoy, con 50 tacos, es como ver «Fantasía» con 12, hace cuatro décadas. Un lujo de imaginación, animación, narración, cachondeo y creatividad.

Gracias, Walt, Tim, por la invención y continuidad de este maravilloso género del «dibujo animado», que es de por sí un octavo arte con tanta entidad como el séptimo, pues una cosa es hacer cine con actores y otra muy diferente crearlo con maquetas, cartulinas, artesanos, y mucha paciencia.

Fantasía: ¡qué gran título para la obra maestra de Walt Disney!

 

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