De la incertidumbre nace el amor.
La claridad lo mata. Es hijo
del equívoco y la noche, sobrino
de la confusión, fruto del malentendido.
Nadie lo busque en contratos. Vive sólo
si hay ambigüedad, si la esperanza puede
imaginar que es posible. El momento mismo
de su declaración lo aniquila. Es imposible
en equilibrio: uno debe amar más que otro.
Si es exacto, no es. Si es paralelo,
desaparece. Odia los espejos, es esquivo
como un vampiro, y como el silencio
se esfuma si lo pronuncias, como la magia
se acaba si explicas el truco, tal una burbuja
revienta si la tomas en las manos.

 

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