Flores de Aligustre

Si el león es el rey de la jungla -poder, fuerza- majestuosidad- el verano es el rey de las estaciones. Su llegada es anunciada con himnos de fiesta (a veces hasta con una canción especial elegida para la ocasión); las noches se encogen al máximo para hacer sitio a la corte luminosa del sol estirado a máximos; las gentes saltan sobre hogueras y asan sardinas en inmensas asambleas populares que hacen que la noche más corta sea todavía más corta.

El verano es como el momento de la verdad. Después de mariconear durante el otoño, mostrarse serio y hostil en invierno y ensayar tímidos pasos de alegría en primavera, el tiempo -esa suma de temperatura, color, atmósfera, tensión y sincronización impresionante de todas las fuerzas vivas del planeta- da lo mejor de sí en el verano. Somos seres de luz, pedazos de sol… así que del 21 de Junio al 20 de Septiembre es cuando más cerca estamos del territorio nativo.

¿La primavera, estación del amor? ¡Qué va! ¿Por qué, porque da florecitas? El amor es veraniego: infiel, apasionado, urgente, indispensable: se esconde entre las matas de jazmines de la noche, se cuece en las piscinas municipales, se tuesta al sol de Zahara de los Atunes, Ribadeo o Lloret de Mar.

Estación exenta de deberes escolares en la infancia, para que los chavales tengan tiempo de sentir al menos durante una de las cuatro estaciones lo bonita que puede llegar a ser la vida… Y esa libertad académica, que se prolonga hasta la universidad, nos marca a fuego con el sello perpetuo de la libertad y la alegría: si hay que militar en alguna tropa, sea en la del Rey Verano, durante toda la vida, aunque sólo fuera por agradecimiento a los meses de excedencia y libertad en los que se nos permite no madrugar, volver tarde, correr por las calles ardientes, sentir el olor de las basuras recalentadas como si fuera chanel número 21, jugar a juegos inesperados, hacer amistades tan perecederas como intensas.

Tinto con Casera

Para contribuír a las Glorias y Loas del Rey Verano, aquí tenéis dos fotos de su imaginería: las flores del aligustre -sólo se asoman por encima de los treinta y pico grados, y su mensaje es la inteligencia filosófica transformada en olor- y un buen vaso de tinto con casera, tinto de verano, mágica poción donde los hielos del invierno se derriten gozosamente, rendidos al poder del rey, prestándole su último servicio. ¡Viva el Verano! ¡A vuestra salud!

 

 

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