Hoy, sábado 21 de Mayo, es la jornada de reflexión. Sinceramente, pensé que amaneceríamos con imágenes de gente con la cabeza sangrando, contenedores ardiendo, escaparates rotos… Que no sea así legitima enormemente el movimiento #spanishrevolution, y además es una muestra de inteligencia operativa de los poderes públicos. Hubiera sido fatal. Sigo pensando que las acampadas son política -claro, como todo!-, y no acabo de estar del todo seguro de que sean espontáneas (bonito trabajo de investigación periodística…). Pero su marcado carácter pacífico inclina la balanza a su favor, o al menos se sale del guión siniestro que se podía haber temido, y que recordaba demasiado a las jornadas del 11 al 14 de marzo de 2004. Ocurra lo que ocurra mañana, los españoles votaremos en paz. Es lo que nos merecemos. Me ha hecho gracia la declaración de Esperanza Aguirre: ¿qué pasaría si 90.000 militantes del PP acamparan pacíficamente frente a la sede del PSOE en Ferraz hasta que Zapatero se fuera a casa? Es una buena pregunta. A responder el 23 de Mayo. Hoy lo que toca es, como digo, disfrutar de un sábado de sol, paz y sueños de mejoras de una nueva generación que toma las calles sin banderas y con lemas de dignidad. Que gane el mejor para todos.

 

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