Acabo de ver los primeros cuarenta minutos de esa película cuyo título se parece mucho al de este post. Y ya he resistido bastante, pensando que no era posible que Woody Allen hiciera algo malo. Claro que viéndola se comprende que lo único que ha hecho es dejarse fotografiar en algunos rodajes en las calles de Barcelona y autorizar el uso de su nombre en la firma de dirección.

Si Jaume Roures quería llamarnos tontos, no hacía falta gastar tanta pasta. Vamos a ver: para que el product placement funcione hacen falta dos cosas: a) product, y b) placement. El product está claro y es bueno: la ciudad de Barcelona, la cultura catalana. Pero el placement es lastimoso: una película sin pies ni cabeza, en la que sólo se le solicita al espectador que babee según corresponde ante las intervenciones de Bardem, Scarlett o Pe Cruz. ¡Babea y calla, gilipollas!, parece ser el mensaje central de esta obra. (Y por supuesto ábrenos tu mente durante el babeo para que inoculemos el mensaje del cliente…).

La retahila de tópicos es tal que no merece la pena aburrirse contándolos. Lo que sí me gustaría saber es quién paga la fiesta. Honorarios de Scarlett, Pe, Bardem y -sobre todo- de Woody, que debió firmar sabiendo que su crédito positivo es todavía muy superior a la pérdida de prestigio que le supone figurar en los créditos de VCB, y que el crédito incrementado de su saldo bancario posiblemente le dé con los honorarios de ésta para hacer dos o tres de las de verdad. Ok, ok, si todo está muy bien, pero ¿quién paga? Porque no me creo que la recaudación de taquilla haya dado para cubrir ni la tercera parte de lo anterior. O bien el planteamiento inicial de la productora es correcto y en efecto somos tontos y pagamos por babear, en cuyo caso no tengo absolutamente nada que objetar, claro.

¿Lanzarote, Almodóvar, Abrazos Rotos? ¿Más de lo mismo? No sé, ¿alguien tiene alguna idea? ¿María, Paco, Teruel?

 

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