Así como al enfermo a quien predicen

tan sólo unas semanas más de vida,

a menos que se arriesgue a ser cobaya

de un nuevo tratamiento investigado:

así me ocurre a mí, que me entretengo

jugando con la muerte inexplorada.

La espera me resulta interminable,

tan dura como el fin, y previsible.

 

¿Quién sino yo busca el tormento,

y goza en la tensión insoportable

a sólo algunos pasos del abismo

donde todo lo que amo acabará?

 

Me tiemblan las manos; no quieren cortar

las venas dónde late mi deseo;

pero acabar me tienta entre tinieblas,

susurrando.

  

Ya que tu puedes sentir el amor

que no debo mostrar, considera

de qué fino hilo mis días dependen,

qué cerca estoy del fin.

 

Yo soy aquél a quien conducen a la horca

y sólo podría salvar el indulto real.

Jamás de amor se supo tanto extremo:

que para calmar la sed bebo veneno.

 

Tú, causante de mis males, no declares

con aire sorprendido tu inocencia.

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