Hay muchas razones: canta muy bien, compone mejor, es un tipo auténtico, está muy por encima de la valoración general que tenemos de él, y no protesta por ello. Es un tipo modesto, es buena gente. Pero la razón fundamental es la de siempre: es músico. No es un system star, no es un pop-idol, no es chart-hitter. Es músico. Le gusta la música. Hacerla, cantarla, componerla, investigarla, sentirla.

Recordar la frase: la cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección.

Pocas cabezas hay tan giratorias y dinámicas como la del bueno de George. Desde sus inicios pop-idol (¡y ya hacía entonces unas canciones sencillamente acojonantes, que se siguen escuchando sin asomo de envejecimiento!), hasta su dramática emancipación de la discográfica de turno (¿precursor de los indies, de la filosofía 2.0? FREEDOM!!).

Sobre todas las cosas, hay una que me gusta de GM: no va de nada. No va de gay, no va de líder, no va de extraño. No va de nada. Hace canciones. Las canta.

Me lo imagino fondón y regordete en su casa en las afueras de Londres. Feliz. Bueno, quizás un poco decepcionado, algo triste también. De vuelta, desde hace mucho, de los aspectos circenses del pop y la música popular.

Repito: es músico. Gorbachov fue capaz de hcer la transición del soviet a lo que sea que es ahora Rusia porque la hizo desde dentro. GM se ha servido de las estructuras industrio-dictatoriales del capitalismo de ficción para tener los medios de hacer algunas de las canciones más simplemente bonitas y fantásticas del siglo XX.

¿Y en el XXI? También.

El tipo sigue creciendo, sigue aprendiendo. Sigue moviendo su cabeza redonda y macarrona en muchas direcciones. Está depurando un estilo soul crooner profundo y emotivo que es tanto más interesante por venir del pop más inocentón y escandaloso.

No me busquéis en las colas fanáticas del supuesto Rey del Pop. Estoy en casa, tranquilamente, oyendo a GM.

 

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