¡Oíd, oíd, leales amadores!

¡Lloradme, pues que debo ser llorado;

buscad en las memorias y en los libros

recuerdo de un amor como el que vivo!

Doleos, pues, de mí , mis semejantes

en padecer el delicioso estrago:

¡creed que hasta el diablo me har digno

de frases de consuelo, conmovido!

¿Hay alguien más que sufra este tormento

de amar a un ser que es pura fantasía?

Es tan idiota que parece un chiste:

espero que me calme lo que más ansío.

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