Dejadles que celebren sus fiestas y deportes,

los fieles de Dios y honrados vecinos.

Dejadles que la plaza y las aceras pueblen

de flores, teatrillos, y orquestinas.

Y vedme a mí, cerca del cementerio,

hablando con espectros condenados,

y ved que me responden, que nadie sino yo

conoce su dolor y lo comparte.

Se acerca cada cual a quien se le parece;

por eso yo rehúyo el trato de los vivos.

Prefieren ignorarme: se apartan de mi paso

igual que de un fantasma, y se persignan.

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