La verdad es que el siglo XX, que nos dejó muy malas cosas en lo histórico, hasta el punto que el diablo lo debe tener enmarcado en su salón, sobre su chimenea de infamias, con sus hornos crematorios y sus guerras barrizales, genocidios y explosiones nucleares, fue un siglo bueno para la literatura española.

Comenzó con la generación del 98, cuyos miembros en realidad escribieron sus mejores líneas en las primeras décadas del siguiente 00. Valle-Inclán no es peor escritor que Joyce, aunque comparta con él la desgracia de resultar intraducible. Y sí fue mucho más prolífico. Como un Joyce cruzado con Galdós: el Ruedo Ibérico son unos episodios nacionales pasados por la turmix de una prosa tan esperpéntica como deslumbrante.

Pero la gran figura del 98, sin duda, es Antonio Machado. Un poeta con mayúsculas, sevillano esencial que llegó desde la sencillez a las más altas cumbres de la magia literaria:

«Se miente demasiado por falta de fantasía. También la verdad se inventa.»

Sólo por esta frase merecería lugar de honor en el Olimpo, ¿verdad?

Pero bueno, no era mi intención hacer de este artículo un repaso completo del siglo XX, ya que ha sido motivado por una lectura muy concreta: la colección de cuentos que Gabriel García Márquez escribió entre 1960 y 1972, publicada habitualmente bajo el título conjunto de «La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada».

Es seguramente injusto que ese cuento en particular le dé título a la publicación, porque no es el mejor. «Un señor muy viejo con unas alas enormes», «El mar del tiempo perdido», «El último viaje del buque fantasma», y «Blacamán el bueno, vendedor de milagros», son superiores. Muy pocas veces el español, esa lengua universal cuya simple mención parece prohibida hoy en día, y cuya apología podría acarrear baldón fascistoide -y que asumo sin complejos, por supuesto- ha llegado tan alto. ¿Sabeis? En «El último viaje del buque fantasma» resuena «El fantasma del buque de carga», de Neruda; es incluso un plagio prosaico, o es quizás una visión diferente del mismo mundo, un ángulo diverso, un foco desde otra altura hacia la misma poesía azul oscura casi ultramarina.

La etiqueta de «realismo mágico» aplicada a la prosa de García Márquez es desde luego correcta. Cuando escribe «A medida que la respiración del dormido había ido gastando el aire, las cosas habían ido perdiendo su peso, y algunas empezaban a flotar», nos parece lo más normal del mundo. Conecta directamente con esa necesidad de fantasía que todos llevamos dentro, y nos hace aceptar sin duda alguna las situaciones y escenas más inverosímiles, siempre y cuando añadan un gramo de belleza a la insulsa monotonía del calendario.

Releed los relatos de García Márquez, ¿ok? Encontraréis en ellos la semilla de otra gigante del XX, Isabel Allende, que no por más «comercial» es menos genial, y os reconciliaréis una y otra vez con el placer puro, duro y esencial de leer un español, o castellano, como prefiráis, universal, inmenso, oceánico, mágico, inmortal.

 

One Response to La prosa española del siglo XX: Gabriel García Márquez

  1. juan repulles dice:

    Igual hay cuentos mejores, pero no se me ocurre un título mejor.

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