Cuando uno lee en Federico

Los densos bueyes del agua 

embisten a los muchachos

que se bañan en las lunas

de sus cuernos ondulados. 

No puede de ninguna manera evitar el recuerdo de Góngora:

Era del año la estación florida
en que el mentido robador de Europa
(media luna las armas de su frente,
y el Sol todos los rayos de su pelo),
luciente honor del cielo, 
en campos de zafiro pace estrellas…

Pero tampoco puede evitarse, afortundamente, a Ramón:

Sólo el poeta tiene reloj de luna.

Tres genios que han llevado la poesía del castellano a sus cumbres más altas. La coincidencia temporal relativa de Ramón y Federico no es casual. Ni la reivindicación de Góngora en su momento vital. Pocas veces la metáfora ha adquirido condición de sabiduría, y nunca tan hermosamente como en labios de Federico, Góngora y Ramón.

 

 

 

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