Imagine

Uno vé el telediario 21h de este domingo fundamental tras los ataques terroristas en París y escribe estas líneas.

Vaya por delante que TVE ha ganado bastantes enteros con su tratamiento general de la cuestión, frente a unas televisiones privadas que en la noche del viernes ignoraron la magnitud de la cuestión y prefirieron seguir con su programación habitual de entertainment narcotizante. Sólo Canal 24h TVe y, ¿curiosamente? 13 TV, reaccionaron con el músculo informativo propio de una noticia de tal calado.

Así pues, enhorabuena a la pública, que en esta ocasión demostró reflejos.

De todas formas, lo que digo no afecta a la pública o a las privadas, sino a la generalidad de los informativos de televisión: el análisis independiente no aparece en ningún lado. Sólo importa lo emocional: el pianista tocando «Imagine» frente a Bataclan; las proyecciones de luz tricolores por toda Europa; las palabras del Papa (audaces, es cierto, al calificar de blasfemos a quienes invoquen a Dios al cometer un crimen); las múltiples vigilias e imaginería online solidaria… Todo lo emocional.

Durante los cinco años que viví en Francia aprecié su costumbre informativa de no ofrecer únicamente lo facilón, sino de profundizar en las raíces de las noticias, buscando sus causas. Ante los ataques del 13N estoy seguro de que los platós franceses han acogido a expertos y profesionales cualificados capaces de alumbrar inteligencia sobre las razones de la cosa. También es posible que mi larga ausencia de Francia me haya hecho demasiado optimista.

Porque el analista y el experto han sido sustituídos, casi en todas partes, por el contertulio; una especie de amiguete que siempre está en la barra del bar dispuesto a hablar de cualquier cosa, con opinión sobre todo, pero con muy poca información cualificada sobre nada.

Necesitamos análisis a raudales.

No queremos doctrina emocional; queremos información verídica y consideración de adultos.

Lo que les importa a las teles es tener las últimas imágenes, a ser posible en exclusiva, y un gran despliegue de conexiones en directo.

Lo que nos importa a los ciudadanos es ver en los medios de comunicación espacios que nos ayuden a comprender lo que está ocurriendo:

* ¿Por qué la participación francesa en la guerra de Siria es diferente a la alemana o española?

* ¿Por qué Rusia y occidente tienen visiones absolutamente opuestas sobre la viabilidad de una solución con Bachar el Assad?

* ¿Qué impacto económico tendrá la guerra? Es necesario exterminar al ISIS -dice Hollande, y yo comparto. ¿Está preparada Europa para asumir el coste económico?

* ¿Por qué la solidaridad emocional sólo se manifiesta cuando los atentados ocurren en suelo europeo, o de familiaridad occidental?

* ¿Qué relación hay entre el ISIS, Al Qaeda y el régimen saudí?

En definitiva, parece que los medios han perdido la sana costumbre de cuestionar. Al igual que los anunciantes publicitarios, saben que la emoción engancha más y mejor que la razón. Y viven de la publicidad. En el mejor de los casos, admiten analistas alineados con su «target» de audiencia; nunca gente independiente dispuesta a decir verdades incómodas.

Más análisis, por favor. El pico de audiencia de TVE 24h en la noche del 13N muestra que la gente no sólo queremos saber, sino también comprender.

Pero las televisiones creen que sólo queremos sentir, sufrir, gozar, mirar, saber -en el sentido de «estar informados». Y no. Queremos que los medios nos ayuden a comprender qué coño está pasando, y que no sólo nos muestren sus consecuencias terribles, impactantes, exclusivas, en directo.

 

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