Aunque es muy pronto para hacer valoraciones, no lo es para expresar algunas opiniones sobre lo que va sucediendo con Repsol-YPF en Argentina.

En primer lugar, repugna el uso de la fuerza en una situación de contencioso económico. Supongo que los trabajadores españoles desalojados de la sede de YPF no se hubieran levantado de no ser por la convincente presencia de individuos armados junto a sus relevos argentinos.

En segundo, lamentar que la progresiva debilidad del tejido noticioso español –cierre de CNN+, depresión en TVE, desdeño por lo informativo en las privadas- hiciera que la noticia apenas tuviera eco real en sus primeras horas de desarrollo. Creo que hace diez años alguna privada y con certeza los dos canales 24 horas hubieran “roto” su programación para entrar en directo con Argentina,  recabar información, o al menos entrado en contacto telefónico con uno de los trabajadores desalojados a la fuerza para obtener una narración de los hechos.

En tercero, lamento también que el desapego de gran parte de la clase tecnológicamente ilustrada española –mucho de los que tienen más influencia en la Twitersfera, que sí funciona como un auténtico Canal 24 horas, sobre todo en ausencia de los demás-, su desapego, digo, hacia las grandes corporaciones españolas, hiciera que siguiéramos leyendo twits chistosos sobre el Rey. En mi opinión, una contestación unánime en Twitter ayer por la noche hubiera tenido cierto valor, al menos de cohesión interna, si es que esto tiene aún algún valor.

En cuarto, es de suponer que Argentina tiene las cosas muy bien amarradas cuando ha dado el paso tras una Cumbre de las Américas. Es decir, que cuenta con una airada oposición verbal de EEUU y la UE, pero poco más. De ser así, España tendría que defender por sí sola sus intereses. Naturalmente, ganará el pleito internacional, dentro de 15 o 20 años, cuando ya no quede ni una gota de petróleo en Vaca Muerta. Podremos enmarcar la resolución del tribunal, y poco más.

De ser así, uno no puede evitar pensar que, en efecto, la maniobra argentina es consecuencia de un meditado cálculo de fuerzas y apoyos, en el que hubiera resultado evidente la debilidad española, agravada hoy por los ataques incesantes de los mercados financieros. Y a consecuencia de esto tampoco se puede evitar que uno de los tuits leídos ayer resuene con fuerza: “Este es el resultado de 8 años de política internacional tercermundista”.

La política exterior de Aznar –pies sobre la mesa, guerra en Irak- resultó desde luego obscena y repulsiva, pero la de Zapatero habría resultado inexistente y debilitadora. Uno por su fe ciega en el amigo americano, y otro por su ceguera ante la realidad de los equilibrios de fuerzas del mundo: ambos se me aparecen como nulos ejemplos a seguir.

Claro que tendría gracia que ahora fueran Aznar, o el propio Rey, quienes estuvieran haciendo bajo cuerda, de manera acelerada y casi “privada”, gestiones telefónicas y llamadas de presión para recabar apoyos.

Al parecer (no he leído aún las declaraciones originales), Izquierda Unida apoya la expropiación. De ser así, ya no habría dos, sino tres Españas: la de derechas, la de izquierdas, y la contraria a las otras dos.

 

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