No es similar mi caso al del criado

que busca en su señor comodidades

-un techo en el invierno y un buen fuego,

o sombra y agua fresca en el verano-,

e ignora las virtudes del esfuerzo,

lo cual le desazona, pues le deja

un triste panorama de futuro,

sin visos de cambiar o mejorar su sueldo.

 

Así, ¿cómo podrá superar

la pérdida del bien acostumbrado?

 

Sólo al faltarle reconocerá

al hombre de valor a quien odiaba

y despreciaba, pero las lágrimas

-su única moneda, en adelante-

no bastarán jamás para comprar la sombra

ni el calor del bien perdido.

 

No. Soy mas bien quien recorre la noche

helada, sin hogar ni compñía,

clavando en la memoria de la nieve

las huellas de su desesperación descalza.

 

Siervo de señor que nunca fue vencido,

ni tuvo que dar cuenta de sus actos:

salvaje el corazón, y la mirada

abierta sobre el mundo, sin temores.

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2 Responses to Mi Ausias March, 68

  1. Juan repullés dice:

    Cuando tu me diste amparo no era mas que una gitana
    con un traje de volante y una enagua armidoná
    y me vi por tu cariño, de la noche a la mañana,
    convertía en una reina de brillantes coroná.
    Pero a mi desde el principio me cansaba tu ternura,
    me aqobiaba aquel encierro que me impuso tu pasión
    y una noche que tus celos me colmaron de amargura
    con la hiel de mis palabras, yo maté tu corazón.

    Tanto decirme: «Te quiero… »
    – Te quiero –
    yo no lo puedo aguantá,
    como un pájaro me muero
    – me muero –
    necesito libertá.
    Abre puertas y cerrojos que me dé la lú der só.
    que estan ciegos ya mis ojos de tinieblas y doló.
    Por mi mare yo te imploro
    y te lloro,
    que no pienses más en mí;
    no te quiero, no te adoro,
    y no sirvo pa’ viví,
    en una carcel de oro.

    Y con prisas por dejarte yo me fuí por los caminos,
    con mis coplas y mis sueños y mis ansias de viví
    y ar momento mis volantes se enredaron entre espinos
    y los nardos y las rosas fueron cardos para mí.
    Der vinagre que ahora bebo la curpita es solo mía
    y maldigo hasta la hora que probé la libertá.
    Pordiosera de cariño te suplico noche y día
    que en la carcel de tus brazos tu me vulvas a encerrá.

    Vuelva a decirme: «Te quiero… »
    -Te quiero-
    Vuelve a decirlo por Dió…
    sin oírtelo me muero
    -me muero-
    como un nardo sin oló.
    Pa’ borrarte los agravios que te jise padesé,
    si pudiera de mis labios me arrancaba hasta la pie.
    Vale más que los tesoro
    del moro
    tu cariño para mi.
    Por tu mare yo te imploro
    que me encierre pa’ viví
    en esa carcel de oro.

    A una fragua yo me echara
    pa salir purificá
    si de nuevo tu en mi cara
    te volvieras a mirá

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