El área de Bagán es una de las más sorprendentes y gratas del viaje a Birmania. Se trata de una llanura de unos 50 kilómetros cuadrados sembrada de templos de variados tamaños y condiciones, aunque todos con una estructura relativamente similar (cono o torre central, estatuas de buda en el interior…). Bagán fue centro del poder político y religioso de Birmania durante varios siglos en el primer y segundo milenio; entre el 1.000 y el 1.300 alcanzó un especial apogeo, debido al parecer a un clima más benigno que el actual (demasiado seco), y al florecimiento de las relaciones comerciales, que utilizaban el Río Irrawady. Este brazo de agua, de más de 4.000 kms. de longitud, recorre y articula toda Birmania, desde las laderas del Himalaya hasta el delta del Mar de Andamán. El Irrawady -el río con el nombre más bonito del mundo, según Pablo Neruda- marca la frontera oeste de la llanura de Bagán.

Hoy quedan unas indecisas murallas a pocos metros del río para marcar los límites de lo que fue -como tantos otros, casi olvidados hoy- un gran Imperio. El abandono de sus habitantes, junto con el viento y la lluvia, hizo que los templos de Bagán fueran poco a poco degradánse. Primero perdieron los formidables estucos que recubrían sus estructuras básicas de ladrillo calizo. En algunos de ellos han sobrevivido milagrosamente algunos metros de estuco, que sirven para hacerse una remotísima idea de lo que debió ser este enjambre de construcciones en sus mejores momentos, prodigiosamente ornadas de piedra labrada en su exterior, y decoradas con pinturas al fresco en sus interiores.

Bagán es uno de esos lugares que podría rivalizar con cualquier otro destino cultural de primera división del mundo (Angkor, Machu Pichu, Karnak, Atenas, Roma…) sólo con que se avanzara un poco más en su restauración y presentación. Lamentablemente, las diferencias entre el régimen militar en el poder y la UNESCO dieron al traste con una cooperación que durante algunos años reparó, limpió y catalogó una mínima pero destacada parte del exterior y los interiores decorados de los templos.

Estos son algunos de los títulos que interesarán al lector que quiera saber más sobre Bagán:

Murales Budistas de Bagán

Reinos Perdidos de Birmania

Bagán Histórico

Los templos de Bagán se explican por la voluntad de los habitantes del Reino -todos, desde los más humildes a los Emperadores- de dejar constancia histórica de su devoción por Buda y sus enseñanzas. Cada templo exhibe el «mérito» de su constructor o inspirador, que con este mecenazgo pretendían mejorar su prestigio en esta vida y sus posibilidades de reencarnación en algo mínimamente aceptable en la siguiente.

Hoy, la llanura de los templos de Bagán está habitada por lugareños que viven de servicios al turismo y de tareas básicas de agricultura y ganadería. El turismo, de momento, es bastante escaso. Por lo visto, el mejor momento para ir es de Octubre a Diciembre, cuando baja un poco la temperatura media. Nosotros estuvimos en Agosto, y aunque sudamos lo nuestro no llegó el calor a amargarnos nada; antes nos hizo más agradable si cabe el trabajo de evocar espledores pasados, acunados por chicharras metálicas y vientos deshidratadores que de noche daban paso a algo de lluvia y sonoros conciertos de sapos inmemoriales.

El turista en Bagán puede también regalarse un atardecer navegando por el Irawady, o una visita a su polvoriento Museo Arqueológico.

Bagán es uno de esos lugares que dan ganas no sólo de volver, sino de reencarnarse en arqueólogo alemán o británico para pasarse un par de décadas descubriendo sus maravillas…

El siguiente vídeo es un montaje fotográfico con algunas de las tomas personales más representativas de nuestro viaje a Bagán. Sólo tiene valor turístico ilustrativo; espero que os dé algunas ganas de pasar por allí… La música es tradicional birmana y además la «Balada para Guitarra» del argentino Luis Salinas (¡pedazo de músico!).

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